En el entorno actual, las empresas buscan modelos de gestión que proporcionen ventajas competitivas. Las que consiguen gestionar con éxito su equipo humano están en la senda de cumplir sus objetivos, pues son las personas las portadoras del talento la fuente de la verdadera ventaja competitiva.
Son muchos los que piensan que el tradicional concepto de talento debe ser revisado. Hasta ahora se ha considerado el talento como el conjunto de capacidades y actitudes que una persona tiene y puede desarrollar así como el nivel de compromiso y acción que posee.
Muy a menudo se olvida que la principal virtud de una persona es la bondad. Por tanto, la gestión del talento debe incorporar la integridad y el compromiso ético de los trabajadores.
Desde esta perspectiva, la ética y la responsabilidad social son los instrumentos centrales de la gestión integral, esto es captación, desarrollo y retención del talento en las empresas.
Una buena reputación de la empresa atrae a las personas con talento y que comparten los valores y la cultura de la empresa.
Una vez captado, el talento debe ser desarrollado. La empresa que gestiona bien el talento es la que pone las condiciones adecuadas para el pleno desarrollo de sus empleados, para que lleguen a ser lo que quieren ser. Por tanto, el talento atrae al talento, se rodea de él y lo desarrolla completamente.
Si esto se practica, si la empresa no defrauda las expectativas de los empleados y cumple sus compromisos, se convertirá en la “primera opción” para trabajar, eliminará la rotación no deseada y se asegurará la retención de los mejores trabajadores.
Este modelo de gestión del talento, une la ética y la empresa, lo económico y lo social, ofrece una oportunidad vital a las empresas y elimina riesgos de reputación.
Y ahí va la pregunta del millón ¿es compatible la gestión del talento dentro de la ética en una situación de crisis tan dura como la actual?
Mi opinión es rotundamente sí.
En gestión de ventas sin ética no hay presente ni futuro, sin potenciación del talento del personal no hay crecimiento, sin crecimiento no hay empresa.
En un mundo de tiburones esto sonará a frágil disertación, sin embargo la técnica del colmillo degollador de estructuras comerciales ha muerto hace mucho tiempo.
Salud y Ventas!!!